
Cangrejo Ermitaño: Es una de las formas extrañas de crustáceos. Su cuerpo es largo pero sin caparazón y se enrrolla en espiral. Ante la necesidad de proteger su cuerpo, este cangrejo, que marcha pero no nada, ha solucionado el problema buscándose una
concha vacía de caracol, en la que introduce su blando abdomen. A partir de entonces arrastra consigo su «cueva portátil». Algunas especies pueden introducirse totalmente en la concha, cerrando la entrada con sus pinzas. Otra ventaja consiste en que la concha retiene agua, muy útil para la respiración branquial cuando el cangrejo queda al descubierto en la bajamar. Algunos ermitaños no se conforman con la protección de la concha, y toman una anémona como vecina. Esta impone respeto a los atacantes con sus tentáculos urticantes. La anémona, que se fija en la concha resulta beneficiada con el continuo traslado, pues le aporta mayor número de presas.
Pez Tordo: Debido a que los peces están muy expuestos a adquirir infecciones o invasiones de parásitos y hongos, los limpiadores buscan a otros peces que realizan servicios de limpieza. Mordisquean los parásitos y el tejido muerto de las heridas. Los tordos figuran entre los limpiadores más diligentes. Se introduce en las fauces del cliente, le limpian la dentadura, y a veces también la garganta, hasta que moviendo repetidamente las mandíbulas el cliente indica que está satisfecho.
Caballito de Mar o Hipocampo: La hembra produce los huevos y los deposita en una abertura minúscula de la bolsa para la cría que tiene el macho debajo de la cola. Después se va y no vuelve a ver a su prole nunca más. Entonces le queda al macho la responsabilidad de fecundar e incubar los huevos. El período de incubación dura entre 8 y 10 días. Cuándo van a nacer los hipocampos, el cuerpo del macho comienza a moverse hacia atrás y hacia delante. De vez en cuando se pone tenso y echa hacia delante la abultada bolsa. Poco a poco la bolsa se abre y, con nuevas sacudidas, comienza a expulsar a sus hijos, por lo general uno por vez. Después de cumplir su función, el macho deja que los bebés se valgan por si mismos y se marcha.
Noctiluca: Significa pequeña linterna. En las noches de verano puede observarse una fosforescencia producida por este flagelado, que al ser estimulado emite un resplandor. Toda sacudida del agua lo estimula. El resplandor se provoca al batir los remos o con la rompiente de las olas. Miles de noctilucas emiten así su luz. Basta sacudir una muestra de agua en la oscuridad para que estos seres invisibles fosforezcan.
Odontognatos: Existen por lo menos dos especies de peces que llevan a sus crías en la boca. Cuando llega el momento de la procreación, los huevos son fecundados y recogidos por el macho dentro de su gran boca y los mantiene allí cuidadosamente hasta que están maduros. Pero como la boca no es lo suficientemente grande para contener todas las masas de huevos si está cerrada, el pez ha de mantener la boca abierta durante el período de incubación.
Cuentan nuestros abuelos que hace 50 años podíamos encontrar especies de tamaño y vistosidad comparable a la más bella fauna de los mares tropicales. La contaminación unido a la sobrepesca (tanto amateur como profesional) nos ha privado de ver solo parcialmente lo que cuentan los ancianos. Pero, como esbozábamos al principio, no todo es un desastre, pues poco a poco se han ido protegiendo diversos espacios donde la fauna se va recuperando de forma espectacular; tal es el caso de famosas reservas naturales submarinas como las Islas Medes, la Isla de Tabarca, las Islas Columbretes o el Archipiélago de Cabrera. En estos lugares se vuelven a encontrar grandes bancos de peces que por un sexto sentido parecen saber que allí no serán pescados.
Esto contribuye a que estas especies atraigan a sus depredadores, y con ello, un nuevo mundo comienza a renacer. Además, después de todo, no hace falta recurrir a los grandes peces y mamíferos marinos para recrearse en la vida subacuática. Casi siempre es más entretenido y gratificante la observación de su microfauna.
Ante el ojo inexperto, es posible que recorramos con la vista el paisaje marino sin percatarnos de la bulliciosa vida invertebrada que se desarrolla a escasos palmos de nosotros, ya que en el mar, la distribución y formas de vida se alejan enormemente de la configuración típica de los ecosistemas terrestre. Con unas ligeras nociones de biología marina desvelaremos la hasta entonces desconocida vida que reina bajo la superficie. Y es cuando disfrutaremos de verdad de la observación al detalle de la fauna y flora marina, ya que en el medio acuático muchos animales no aparentan lo que son, pareciendo vegetales lo que son animales, confundiendo al profano.
Una de las especies vegetales más representativas del Mediterraneo, al ser endémica de él, y generadora de uno de los ecosistemas marinos más importantes, es la Posidonia oceanica, planta fanerógama acuática, confundida normalmente con un alga, que evolucionó a partir de plantas terrestres. Precisamente, en estas praderas de Posidonia, no sólo se realiza una parte importante de la oxigenación de las aguas, sino que también es donde multitud de animales utilizan su protección tanto para ellas mismas como para sus huevas y crías recién nacidas.
Los erizos y las salpas ramonean sus hojas, sobre las que también crecen algas y pequeños animales coloniales, de esos que parecen plantas; las estrellas de mar, sepias, caballitos de mar e infinidad de peces utilizan este bosque para aparearse y ocultar sus frágiles puestas de la depredación. A la sombra de sus rizomas se desarrollan algas propias de zonas más profundas. Alevines de todo tipo de peces, cohombros de mar, crustáceos, y hasta morenas se movilizan por este laberinto vegetal que sirve de protección para unos y como territorio de caza para otros.
Las paredes y grutas submarinas se encuentran tapizadas por gran cantidad de invertebrados de diversas formas, tamaños y colores. Entre éstos, todavía encontramos el codiciado coral rojo, muy utilizado en joyería y por el que cientos de buceadores han perdido la vida al intentar recogerlo, corriendo más riesgos de los necesarios, pues se encuentra a gran profundidad o en los recónditos huecos de las cuevas submarinas. Actualmente, protegido con rigor, trata de recuperarse principalmente en algunas zonas de la Costa Brava.
Y como todo en la Naturaleza, las cosas no ocurren al azar, por ejemplo, es curioso comprobar que las algas verdes y pardas están ancladas en el lado iluminado de los fondos rocosos, y en el lado oscuro o a mayor profundidad lo están las algas rojas. Muchos animales intentan pasar inadvertidos ya sea mediante coloraciones miméticas, como los lenguados; o con extraños apendices como los pulpos. Otros exiben descaradamente exuberantes colores para advertir que son venenosos y que no se los deben comer, como las babosas de mar, las planarias, etc...
(flagelos), composición química de las reservas nutritivas acumuladas y pigmentos que poseen. Las clases en que se distribuyen son: cianofíceas (algas azules), euglenofíceas, clorofíceas (algas verdes), crisofíceas, pirrofíceas, feofíceas (algas pardas) y rodofíceas (algas rojas). Pueden vivir en agua dulce o salada, libres o fijadas a superficies sumergidas, en suelos húmedos, paredes, troncos, nieve y fuentes termales. También pueden ser epífitas o simbiontes e incluso parásitas.
Estructura:
Las masas densas y enmarañadas de algas marinas forman el medio ideal para muchos animales como moluscos, crustáceos, peces, gusanos y pólipos, que encuentran refugio y protección. Constituyen los primeros eslabones en la cadena alimentaria del mar ya que sirven de alimento a pequeños animales. Son los únicos organismos capaces de extraer el alimento del agua, del anhídrido carbónico y de los minerales que absorben. El noventa por ciento del anhídrido carbónico que es absorbido por las plantas del planeta en su función clorofílica, es transformado por algas. Su cantidad es fabulosa: más de 500.000.000 toneladas diarias.